domingo, 18 de febrero de 2018

AMANECE BERLÍN

Estación Central de Fráncfort, destino: Frankfurt Süd.
Y en  Frankfurt Süd, la espera se hizo eterna. Dos horas hasta que llegara  el tren de enlace que nos trasladase a Berlín.
El escenario en aquella estación era kafkiano. Allí no había más que un túnel larguísimo. Cada veinte metros un arco a ambos lados de acceso a escaleras que confluyen en la playa de andenes que comunica media Europa Central. Una estación medio en obras con  olor impuro, casi inhumano en algunos rincones. Al fondo de ese túnel, al final del mismo, y a la derecha: una puerta de madera y cristal desconchada, nos situó en el antiguo vestíbulo. Había dos opciones, salir y pasear por la nocturna Alemania ó entrar en el Mcdonalds  más anticuado que hemos visto. Elegimos como mejor opción salir a la calle, antes que entrar en aquel tugurio con olor a fritanga, pero a unos cincuenta metros de la entrada principal de la estación, y en vista del panorama, cambiamos de parecer. Dimos media vuelta, y aquel inolvidable Macdonalds pasó a ser nuestra mejor opción. 



No hay peor infusión que la de un Mcdonalds. Si es que aquello fue una infusión de menta poleo, claro. Todavía tengo mis dudas al respecto.Más bien parecía colonia. El café según Nacho, tampoco era café. 



Y aún así, nos tomamos con humor, siempre, todas las situaciones que se nos presentan. Todavía hoy nos reímos de lo acaecido aquella noche. 



Ir al baño fue toda una aventura. Para acceder, tuvimos que quitar las mochilas y entrar de "canto". No se cabía, era claustrofóbico. Increíble, muy chistoso.
La noche continuó por esos derroteros.
Los alemanes tienen fama de puntuales. En esa ocasión hubo un retraso en el horario del tren. Suma y sigue. 



Nosotros,nuestro equipo deportivo y equipaje. 
Minimalismo.


 Cuando apareció el tren, y subimos, nos pusimos muy contentos, pues los revisores nos recibieron  con una amplia sonrisa, un tono muy afable y cantarín, muy amablemente. Nos llevaban por el pasillo de camarotes privados, pensábamos en el descanso que íbamos a hacer en las literas del tren  a pierna suelta, mientras viajábamos por Alemania hasta Berlín. Algo no nos cuadraba. Pero, claro, entramos por un vagón primera clase. La  súper amabilidad duró hasta que comprobaron que los tikets no eran  "business class". Entonces nos dijeron de forma amigable dónde debíamos ir con: nuestros billetes, nuestros patines, nuestras mochilas, nuestros bastones, y nuestra alegría de vernos pronto en Berlín.



Al llegar al compartimento asignado, nos hundimos en los sillones que quedaban a nuestra disposición, sin atender a la numeración. Allí donde nos correspondía por derecho, al lado de la ventana, dormitaba un "oso polar", un tipo bien grande, cubierto con una capucha, acostado a la larga, que en todo el trayecto no abrió el ojo, pero roncó cuánto quiso y más, interrumpiendo sin piedad el intermitente sueño que lográbamos incómodamente conciliar, los cuatro restantes pasajeros, que allí compartíamos espacio. ¡Qué chaval!
En fin, la vida es así. Ironizábamos con todo ello. 

Uno de los momentos más memorables fue: cuando a través del amplio ventanal del vagón del tren, pudimos observar cómo la luna proyectaba la luz del sol sobre la espesa franja de niebla que flotaba silenciosa en la  noche, sobre el paraje de praderas por las cuales discurre la línea de raíles de tren que nos llevaba a toda velocidad a Berlín. Contemplábamos las siluetas negras de los troncos, las ramas erguidas de los árboles. Los contornos de las estructuras de las casas, de los tejados, de las chimeneas...



Entre sueño y sueño, en silencio fue asomando el sol. 
La mañana hermosa y fría.
Edificio Reichstag
Sede del Parlamento Alemán Deutscher Bundestag
Plaza de la República




Amaneció Berlín y nosotros casi sin dormir.


martes, 13 de febrero de 2018

ASTURIAS-MAINZ NORDIC SKATE CROSS

Llegar a Mainz, para una vez allí, recoger los patines nórdicos y los bastones en  X-Skating.
Entre Asturias y Alemania se suceden en la tierra tantos , y tan hermosos lugares... 

Siempre aprovechamos la escalada en el mapa para: visitar pueblos emblemáticos, contemplar lagos, escuchar las aguas de las riberas, pasear por bosques, visitar parques botánicos y callejear por ciudades, entrar en museos o catedrales. Nos pirran las tiendas Oxfam y Cruz Roja, los  mercados como el de "La pulga", en
 donde compramos las cosas que necesitamos. Los precios son muy buenos y además se contribuye a otro tipo de economía, más justa y solidaria. Nos fascina recorrer pasillos de bibliotecas donde se nos va el tiempo volando;curiosear en librerías y tiendas de second hand de libros; nos lucen todos los colores en los ojos de tantas maravillas escritas. Así es como vivimos nuestro recorrido hasta llegar al punto de partida.  Lo hacemos sin desviarnos mucho de nuestra ruta a medida que ascendemos por Europa. Si algún lugar nos parece interesante , tomamos el desvío aprovechando la ocasión, siempre con la ilusión del comienzo de nuestro reto deportivo. Y mientras, nos empapamos de las tendencias en cada nuevo lugar que recorremos,  Observamos atentos, todo y cuanto vemos por primera vez, comentando cada cual cómo lo vive. Escuchamos con las orejas bien abiertas, y nos relacionamos con quién sea que nos crucemos en el camino. Siempre vamos dispuestos a aprender.
Este verano, cuando entramos en Burdeos el calor era sofocante. Un calor típico de agosto, allí, claro. A nosotros nos gusta más el clima de Islandia , los Países Nórdicos...pero hay que ver mundo. Hay tanto por recorrer. Y cuanto más viajo, más me doy cuenta de lo mucho que me queda por conocer.



Burdeos
Plaza de Bir Hakeim
Patrimonio Mundial de la UNESCO


Orleans
Plaza du Martroi
Juana de Arco
Doncella de Orleans
Carrusel Julio Verne


Pasamos un gran fin de semana por Maguncia y Frankfurt.
Pateamos las dos ciudades de arriba a abajo y de un lado a otro desde primera hora de la mañana hasta la última de la noche. Recorrimos el centro de cada una de ellas, también las periferias. Nos encantan los barrios. Nos fascinan. Nos ha dado por numerar las zonas de cada ciudad a nuestra manera para según qué cosas. La zona 1 es el centro. Ahí todo suele ser más caro y postulado. La zona 3 suele ser la mejor; es allí dónde está la "vida real"; donde hay: fruterías, cafés, teterías, tiendas de ropa y libros de segunda mano, restaurantes indios, kebakcs y restaurantes mexicanos. Establecimientos donde comer a buen precio y "gente rara como nosotros". 
El lunes fuimos a recoger los patines nórdicos a Maguncia, dicho en Alemán: Mainz. Allí teníamos "el campamento base". Nos gusta Maguncia. Se formó a partir de una fortaleza romana. Hay un extraordinario  paseo a orillas del caudaloso Rhin. 



Recordaba la playa fluvial, el puente.
Había estado  allí en 2013. Por aquel entonces no llegué a recorrer
enteramente la ciudad. Fue uno de los lugares de paso en mi Cicloaventura Wien-Dusseldorf. En aquella ocasión me sentí bien en aquel lugar al suroeste de Alemania. Me gustó. La noche que llegué allí, pude contemplar desde el camping en el cual dormí, que  al otro lado del río se celebraba fiesta. Las luces de la ciudad, las siluetas de la Catedral de San Martín. Escuché entonces, la música de la verbena, el estruendo de los fuegos artificiales de mil colores que brillaron en el cielo, los reflejos en las aguas del Rhin. Al otro día, fue agradable ciclar en  la amplitud y orden de las calzadas donde la bicicleta es un vehículo más, no como aquí en España, todavía hoy. Reinaba la tranquilidad del tránsito a primera hora, el buen clima, y el  amanecer soleado. Inolvidable.
Por eso es que cuando este año llegamos allí Nacho y yo, fue curioso percibir, esta vez en compañía, de nuevo, la ciudad. Con aquellos recuerdos tan buenos a flor de piel...
Como no podía ser de otra manera, en cuanto tuvimos los patines nórdicos, nos los colocamos y a rodar. Además de los patines, los bastones, claro.  Fue chocante, divertido. 
Un nuevo desafío.
Hasta entonces patinábamos en línea; no habíamos probado nunca los nórdicos, pero la aventura, es la aventura, y lo que quisimos, como todos los años, es, viajar en transporte sostenible durante un mes al año. Considerábamos a los patines nórdicos antes de realizar el viaje,  transporte sostenible. Consideramos, ahora, después de rodar por unos cientos de kilómetros por tierras de Alemania que lo es. Transporte sostenible y sustentable.







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