sábado, 15 de diciembre de 2018

BERLÍN, LA CIUDAD SIN MUROS.

Edificio del Reichstag


Berlín nos recibió con el ambiente habitual de su cotidianidad. Para nosotros eran los momentos más extraordinarios de nuestra vida. Como cuando empieza cada aventura que creamos y realizamos  año tras año.

Ahí estábamos con nuestras pasión y los nordic skates. Con un bonito proyecto que nosotros mismos financiamos. Patinar en Nordic Skate por Alemania, ir  tan lejos como deseáramos, allí   donde las ruedas y el destino imprevisible nos llevase. A la aventura, y solo con un punto de partida y regreso.


Cada día, las prioridades humanas: nutrirnos, dormir y asearnos, marcarían sobretodo nuestro devenir. A partir de ahí, procuraríamos enriquecer el recorrido sobre nuestros patines, con visitas a lugares de paso que nos atrajeran a los dos, eligiendo, en base a nuestras aficiones comunes.

Como no solemos diferir mucho él y yo, las cosas van casi siempre rodadas.
Puerta de Brandeburgo
En casa, alguna vez, imaginando el proyecto,  había pasado el índice por encima del mapa. Así empieza todo. Imaginas, sueñas, lo escribes, lo cuentas, lo expones. Compras el billete de ida, y ya está. A moverse, que el cuerpo está hecho para moverse, para aprender cada día cosas nuevas. Viajando se aprenden muchas cosas y de diversa índole. Sumas. Verano 2017.


Y cuando llegamos ahí donde señalamos meses atrás, ahí donde  pusimos el dedo sobre el papel del mapa impreso; es entonces cuando paseamos la vista tranquilamente por todo cuanto soñamos contemplar in situ.
Lugares históricos. Lugares donde la emoción te envuelve a causa de  flashazos  de lecturas o de documentales o películas que vimos. Si te despistas y la memoria va por libre alejándote de la realidad donde te ubicas, el bello se eriza en la piel. Aunque el sol te dé de frente con toda su energía. Tienes que sacudirte las ropas, tocarte la cara, frotarte los ojos para volver a la realidad, para no hacerte preguntas, aunque eso sea, casi, casi, inevitable. Parpadeas y es de nuevo cuando ves las bicicletas rodar por el pavimento, mujeres, niños, hombres libres caminando por las calles.  Estás ahí para disfrutar de lo poco o mucho... que los seres humanos  hemos podido lograr en cuestión de convivencia, de respeto, de humanidad. Estás ahí conviviendo porque te gusta el crisol de culturas, los diferentes colores de las pieles, la diferencia en los tonos del cabello entre unas personas y otras.  Otros idiomas, hasta otra expresión corporal, otros colores de ojos. Estás ahí para ver lo capaz que es el ser humano de crear belleza a pesar de todo. Estás ahí, y con naturaleza optimista, sientes  que la vida puede ser intensa y próspera.



  Eatery Microsoft.
La era digital.
En esta aventura fue fácil organizar el tema de la nutrición. En Alemania hay muchos supermercados  donde es posible encontrar alimentos para todo tipo de dieta. Es fácil encontrar tofu, tempeh, chucrut, vegetales  de la huerta... Justo lo que nosotros zampamos cuando hay apetito.
Como solo llevábamos una mochila cada uno con capacidad para 25 litros, para todo. y dentro de ese "todo", incluyo: tienda de campaña, gore-tex, aseo personal, toalla, mudas, documentación , cámara de fotos,  cuadernillo, libro y agua; sobraba poco espacio para la comida; de modo que, nuestra estrategia, fue ir comiendo al salir del comercio los días que hacíamos compra, y el poquito espacio que había  ido quedando libre, reponíamos con lo más necesario. Así que para nosotros, los Supermarkt , supuso siempre: día de festín. El resto de los días eran  más bien, frugales. Ideales. 
En esa aventura, sabiendo que el tema de la comida, no iba a entrañar problema, prescindimos de infiernillo. También fuimos sin saco de dormir, esterilla, ropa de recambio y calzado extra. 
Vida estoica.
Sobre esto último hay mucho que desgranar. 



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