jueves, 20 de diciembre de 2018

OLER, ESCUCHAR, CONTEMPLAR, SENTIR EL PAISAJE.


Intentamos no herir  el paisaje por el que pasamos, el paisaje donde día a día nos proyectamos. Intentamos no dejar huella o al menos, dejar la menor posible. Cada vez más, vemos un rastro muy bestia en la naturaleza, somos los seres humanos su mayor predador. Los demás animales no la hieren como lo hacemos las personas. 
Somos los seres humanos, más ignorantes, que la naturaleza que nos sustenta. La naturaleza  nos protege, nos defiende. La naturaleza nos sustenta.
Basta con mirar el paisaje para vernos reflejadas en el. ¿Te gusta lo que ves? Ahí estamos, en el paisaje. El paisaje nos devuelve nuestra moralidad. Vamos a un ritmo demasiado acelerado, la naturaleza, es paciente con nosotros. Mientras, se regenera, no nos necesita. Nosotros a ella sí.

Es por eso que patinamos, caminamos y usamos la bici siempre que podemos.
La temperatura volvió a caer en picado por la noche. Y aunque hablamos sobre ello, sobre poner remedio al fresco nocturno, se nos olvidó cuando nos pusimos a caminar por toda la orilla del lago. Necesitábamos reponer víveres.




Conocimos a una pareja maravillosa, amantes de los paseos por el campo. Ese día les coincidió que iban  con sus cestos de mimbre a recolectar setas. Nos guiaron hasta el mismísimo paraíso del Skate. Qué personas más entrañables y generosas. Llegaron a desviarse de su camino para despedirnos justo en el centro neurálgico de las pistas. Los recordaremos siempre.




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